El poder comer sin engordar es el deseo frustrado de todos los que consideran el comer como uno de los mayores placeres de la vida.

La delgadez puede ser causada por antecedentes genéticos, pero también es causada por un desbalance entre lo que la persona come y lo que gasta. A esta última le llamamos desnutrición y no es precisamente la que más abunda en Chile.

En nuestro país lo que va en aumento es el delgado grasoso. Una persona que abusa de su condición física y come cuanto se le atraviesa por delante y sin límites, ya que, da lo mismo, total no engorda. Algo que caracteriza a estos individuos es que no hacen ejercicio físico, o lo hacen tan a lo lejos, porque están convencidos de que su cuerpo delgado no requiere ejercitarse porque de lo contrario serían más flacos.

Un estudio reciente ha caído como sorpresa para mucha gente: no todos los gorditos tienen problemas con la salud. Es más, el 51% de las personas con sobrepeso y el 32% de los obesos tienen colesterol y presión alta perfectamente normales; mientras que increíblemente, el 25% de los flacos tienen colesterol alto y tendencia a la diabetes.

La persona que come de forma irregular durante un tiempo prolongado siempre tendrá consecuencias.

Las personas que almacenan grasa entre sus órganos vitales tienen un muchísimo más alto riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares que aquellas de piernas gordas.  Si el exceso de grasa, el cuerpo lo almacena en las caderas, glúteos y piernas (obesidad con forma de pera) no es tan peligroso para el corazón como si esa misma grasa se depositara en el abdomen, brazos y espalda (obesidad tipo manzana).

Estas personas son más propensas a sufrir enfermedades cardiovasculares que un gordito. Un delgado grasoso, que está bien de peso, pero cuya concentración de grasa corporal es alta, literalmente es como si aumentara su edad cardiovascular. Podemos tener perfectamente un oficinista promedio, al que todos consideran un flaco, de 35 años, que por dentro tiene la edad cardiovascular de un abuelito de 60 años. Si a esto le sumamos que fuma, no hace ejercicio, come mal, toma mucho café y bebe alcohol cada vez que puede, este individuo cuyo futuro parece largo y promisorio, tiene la misma probabilidad de sufrir un infarto que la de un adulto mayor.

Por lo tanto, nuestro consejo, es hacer todo lo posible para adoptar un estilo de vida saludable y eso exige dos cosas: comer de todo, pero en porciones pequeñas (es decir platos chico, no llenarse de comida), prefiriendo frutas y vegetales y hacer 30 minutos de actividad física programada todos los días. Por supuesto, un chequeo al año es también muy importante.

¡No hace falta verse gordo para aprender a comer!

Verónica Rivera – Mª. Belén Rodrigo
Nutricionistas Dietistas.

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